En los próximo días comienza el jucio contra la banda de delincuentes amordazó y despojó de sus joyas a la mediática empresaria en un lujoso hotel francés hace casi 9 años
Un edificio sin letrero en el corazón de París, una madrugada silenciosa, el eco de pasos en un pasillo vacío. A las 2:20 de la mañana del 3 de octubre de 2016, cinco hombres vestidos de negro, con chalecos de policía y pasamontañas, entraron en el Hôtel de Pourtalès, un refugio de lujo para quienes buscan el anonimato. Llevaban un arma antigua, una Mauser 7.65 mm, y un plan simple: entrar, tomar lo que querían y desaparecer en la noche.
En el penthouse, Kim Kardashian, de, en ese entonces, 35 años, estaba sola. Su equipo y su hermana Kourtney habían salido de fiesta. Solo un guardia de seguridad vigilaba el hotel. En la habitación, Kardashian vestía una bata de baño y miraba su teléfono cuando escuchó ruidos en la puerta. “¿Hola?” preguntó en inglés. No hubo respuesta.
El primer hombre en entrar llevaba al conserje, Abderrahmane Ouatiki, esposado. Le apuntaban a la cabeza con la Mauser. Kardashian trató de llamar al 911, un reflejo americano inútil en París. Los hombres la inmovilizaron. Le cubrieron la boca con cinta adhesiva. “No me maten, tengo bebés, por favor, tengo bebés”, suplicó. La encerraron en el baño y comenzaron a buscar.

Cuando los pasos se disiparon, Kardashian logró liberarse. Bajó a otra habitación donde su estilista, Simone Harouche, se había escondido en el baño. Minutos después, la policía llegó, pero los hombres ya se habían ido. A las 7:40 de la mañana, Kim Kardashian dejó París en su jet privado.
El eco del robo siguió resonando. En Nueva York, Kanye West interrumpió su concierto por una “emergencia familiar”. En París, la policía comenzó la cacería de una banda que no imaginaba que su botín no sería suficiente para borrar las huellas que habían dejado atrás, según lo difundido por Daily Mail.
En enero de 2017, tres meses después del robo, la policía irrumpió en varios apartamentos de París y arrestó a los responsables del asalto a Kim Kardashian.
El líder era Aomar Aït Khedache, alias “Old Omar”, un criminal de carrera de 69 años con problemas de salud, pero aún influyente. En los años 90 se movía en el tráfico de drogas y robos de alto nivel. En 2016, dormía en apartamentos prestados por su amante, Christiane Glotin, alias “Cathy”, de 79 años, con un pasado en el tráfico de estupefacientes.
La idea del robo nació en un bar del Marais, cuando Florus Héroui, un barman con información privilegiada, le habló de Kim Kardashian. Un cliente habitual, Gary Madar, trabajaba en el aeropuerto de Le Bourget y conocía sus horarios, movimientos y lo que guardaba en su habitación.
Entre los miembros de la banda estaba Yunice Abbas, de 72 años, quien años después publicó el libro I Kidnapped Kim Kardashian, narrando sin remordimientos la noche del robo. También participó Didier “Blue Eyes” Dubreucq, un exconvicto con 23 años en prisión, y Marceau “Nariz gruesa” Baumgertner, con contactos en Amberes, donde se fundieron las joyas.