Tensión, mucho físico, polémica… e igualdad hasta el último segundo. Los Warriors se llevan un partidazo de playoffs y dejan casi K.O. a los Rockets.
Fue un partidazo de playoffs, desde luego. Con una tensión extrema, mucho físico, un montón de fallos entre los que asomaban aciertos estruendosos. Cada uno pareció, al menos en los últimos minutos, un éxito inopinado. Una heroicidad. La resolución se masticó, se trituró y su pasó por la hormigonera de un millón de alambres, en cada tiro media eliminatoria: o el 2-2 y el regreso a Houston con el factor cancha restablecido y un buen golpe anímico para los Rockets… o un 1-3 con trazas de jaque mate para el viejo guerrero, el maestro de las emboscadas. Al final, 109-106 y, efectivamente, 1-3 para los Warriors. Y una buena lección para los Rockets que, es lo malo de este negocio, de lección en lección van camino de irse de vacaciones a la primera después de amasar un fantástico segundo puesto en un Oeste muy duro. Pero ahora sus cuentas son cuentos. Esto son los playoffs.
Después de su patinazo en el arranque de la serie, una novatada en su regreso a playoffs, los Rockets tenían que rascar al menos un partido en la Bahía. Las dos primeras oportunidades las han perdido, la segunda pese a tenerla a mano, cerquísima, casi en el bolsillo. Pero, contra el equipo que ha aniquilado tantas veces sus sueños en la última década, el devorador de la era Harden, no bastan los casi ni los a mano. Allí siguen Stephen Curry y Draymond Green (más de él en un momento) y allí estará ahora también, puro zafarrancho de combate, Jimmy Butler. Hay que hacer todo bien y, además, apretar los dientes por si acaso para ganar a estos Warriors en su pista y en estas circunstancias, en uno de estos partidos bisagra. Tienen menos que otros años, están mayores y son ciertamente vulnerables. Pero son los Warriors.
Los Rockets volvieron a fallar muchos tiros libres, un 19/31 intolerable y letal; Por debajo del 65% en una eliminatoria que se va a decidir por detalles como ese. Estruendoso, en realidad. Ime Udoka se lío con los challenges y sus decisiones de los últimos minutos. Dillon Brooks hizo una falta absolutamente innecesaria y estúpida, de jugador con una IQ nula, a Jimmy Butler en la línea de tres, con 104-104 y un minuto por jugar. Imperdonable: mucho más que detalles. Finalmente, todo se decidió en un ataque resuelto (con 107-106) en un mano a mano Alperen Sengun-Draymond Green (en seguida iré con este asunto) en el que el turco forzó, falló y dejó en bandeja una victoria local cerrada con más tiros libres de Butler y un fallo a la desesperada de Fren Van Vleet. ¿Jaque mate? Casi, ¿no?
El corazón enorme de Jimmy Butler
El trazo fino tumbó el esfuerzo tremendo de un equipo que sigue sufriendo muchísimo para anotar en media pista y que acabó con Jalen Green sentado en las posesiones decisivas. En teoría el gran talento del equipo, el escolta se quedó en 8 puntos después de los 9 del tercer partido y los 7 del primero. Tres borrones que no quedan compensados por los 38 del segundo y que son un lastre tremendo para un equipo en manos de Sengun (31 puntos, 10 rebotes, 5 asistencias y problemas para finalizar con Green en pista: 12/28), los triples de Fred VanVleet (8/12, 25 puntos), el juego en transición de Amen Thompson (demasiado tosco en estático) y el espectacular, emocionante, trabajo de Steven Adams. Una presencia tan inmensa contra los minúsculos Warriors que Steve Kerr recurrió al hack-a-Adams para sacarlo del partido. Udoka mordió el anzuelo hasta los dos últimos minutos, cuando se desactiva el hack-a y el pívot volvió a rugir (y se notó) en defensa.
Los Rockets pueden lamerse las heridas pero les servirá de poco. Los Warriors, por ahora, han sido lo suficientemente mejores. Básicamente porque encuentran siempre algún recurso, una vía de escape. Esta vez no fue Stephen Curry (17 puntos, 2/8 en triples, solo 3 puntos en el último cuarto) pero aparecieron un quirúrgico Brandin Podziemski (26 puntos, 5 asistencias, 6 triples), la versión más completa de Buddy Hield (Jonathan Kuminga volvió a no pisar la pista), la defensa de Green y el corazón gigantesco de Butler, visiblemente renqueante tras perderse el primer partido, bajo mínimos en la primera parte (4 puntos) y una pura furia después: 27 puntos, 5 rebotes, 6 asistencias, 12/12 en tiros libres; defensa, rebotes decisivos y 14 puntos en el último cuarto. Playoff Jimmy: una (otra) demostración apasionada de un jugador único, arrebatador en formato de batalla.
Y Draymond Green, claro. Que hizo uno (otro) fabuloso partido en defensa pero que tuvo que haber sido expulsado en la primera parte. En una de esas jugadas muy suyas con enganchón, agarrones, patada… muy suya. Como tenía una técnica, los árbitros se pusieron salomónicos pero cometieron una enorme injusticia: técnica para Tari Eason, flagrante para Green en una jugada que parece técnica de manual por ser posterior a la acción de juego. Hubiera sido la segunda, y la expulsión.
Draymond Green gets RIPPED by Tari Eason and then dives onto of him and grabs his jersey afterwards. pic.twitter.com/QqzGDbOdEZ
— Jackson Gatlin (@JTGatlin) April 29, 2025
Al inicio del tercer cuarto, Green cometió la quinta falta y se pasó muchos minutos en el banquillo. En ese tramo, Sengun dominó totalmente el juego, anotó con mucha fluidez y los Rockets, mucho más grandes en la zonas, parecieron avanzar hacia la victoria. Por eso es tan importante Green y por eso fue tan significativo que los árbitros pensaran y repensaran como sortear una decisión para cambiarla por otra (digamos) menos drástica. Pero injusta. Muy determinante en todo lo que pasó después y con aroma a indulto a un jugador muy especial, extraordinario en sus virtudes… pero que hace cosas que prácticamente ningún otro podría hacer en una pista. Acabó, tras su brillante última defensa a Sengun, gritando por todos los rincones del Chase Center y haciendo gestos desafiantes a la cámara, absolutamente empoderado. E impune. Eso también formó parte de un partido de playoffs tremendo que dejó casi sentenciada una eliminatoria durísima, descarnada. Ahora solo hay que ver cuántas vidas les quedan a los Rockets.
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